miércoles, 30 de mayo de 2012
Sin señal
Hay dudas escritas sobre el diván azul
como los ojos de aquel niño despierto remolón
mi vientre rojo sin señales de humo
crece y crece
y yo voy y vengo sin guías
ni instrumentos para mirarte de lejos
es que estoy más cerca que nunca
me aproximo reptando como lo hace aquel gusanito que pisaste
fue sin querer, dijiste sin más,
y entonces
es que
hay una vereda que estremece al mundo
pero
no la conocemos
ni reconocemos sus huellas
los demonios la ocultan de vos
y de mi
como con cerrojos
hay un sí y un no
una luz en el túnel que se enciende
será?
sábado, 19 de mayo de 2012
ODA A MIS EXCESOS
Con boca de ballena, devorarlo todo hasta estremecer los dientes
eternos y filosos
de hambre inquieto,
de sed de tiempo
de maremotos
ansiosos
que aguardan en la próxima estación
Como serpiente gatear hasta tu piel prohibida y fundirme en el horno de tus brazos
buscar consuelo y perder otra vez
la moneda en la ranura
la suerte en la ruleta
y no tener
ticket para volver a tu destino
Como mariposa alborotada abrir tus labios
hasta elevarlos por encima de la furia de los dioses
de las mentiras edulcoradas que dijimos en la infancia
Como gato escaparme sin aviso
volver lento hacia tu sombra
y saborear con la lengua todo el pasado.
Con boca de ballena, devorarlo todo hasta estremecer los dientes
eternos y filosos
de hambre inquieto,
de sed de tiempo
de maremotos
ansiosos
que aguardan en la próxima estación
Como serpiente gatear hasta tu piel prohibida y fundirme en el horno de tus brazos
buscar consuelo y perder otra vez
la moneda en la ranura
la suerte en la ruleta
y no tener
ticket para volver a tu destino
Como mariposa alborotada abrir tus labios
hasta elevarlos por encima de la furia de los dioses
de las mentiras edulcoradas que dijimos en la infancia
Como gato escaparme sin aviso
volver lento hacia tu sombra
y saborear con la lengua todo el pasado.
martes, 8 de mayo de 2012
Movimiento
Moverse
soy una sujeta que se va hacia no se dónde
o si me preguntas e insistes como con una espada contra una pared de adobe que se cae
¡ya se cae!
te contesto que yo voy hacia desiertos helados
me envuelvo en mares vaporosos que se desparraman por el mundo gris
Moverse me gusta pero te gusta más a vos,
con esa cara de gatito feliz
cada vez que hacemos un plan
que rompemos con hielos filosos
la pesadez de las horas
Moverse es un destino que no tiene precio final ni fecha de caducidad
Abortamos los mundos a los que ya no pertenecemos
las mentiras que dijimos para qué y cómo es lo que dirán ya no nos importa sólo un poco.
soy una sujeta que se va hacia no se dónde
o si me preguntas e insistes como con una espada contra una pared de adobe que se cae
¡ya se cae!
te contesto que yo voy hacia desiertos helados
me envuelvo en mares vaporosos que se desparraman por el mundo gris
Moverse me gusta pero te gusta más a vos,
con esa cara de gatito feliz
cada vez que hacemos un plan
que rompemos con hielos filosos
la pesadez de las horas
Moverse es un destino que no tiene precio final ni fecha de caducidad
Abortamos los mundos a los que ya no pertenecemos
las mentiras que dijimos para qué y cómo es lo que dirán ya no nos importa sólo un poco.
lunes, 7 de mayo de 2012
hospital
Un hospital de noche
donde curar soledades en abundancia
excesos de tristezas de gente en llanto
de despertares que no llegan
Un hospital de noche
donde no hay música que te sature
sino que te duerma como niños
y niñas
miércoles, 2 de mayo de 2012
habrá
Alguna vez desnuda intrépida
Mi cuerpo mirará tu presencia
Morirán los relojes
Y dormirán las agendas
No habrá motivo para el adiós rápido
Habrá
susurros de hoy y de mañana
brazos que se chocan
voces que enojan a los vecinos
Habrá risas
rosas rocas rimas
habrá
ausencias
Fantasmas
Hay un hola seco
Y tú impasible
Te desnudas en el escenario
Estoy muerta de ganas
Y de tibieza
El viento se llevó el afecto
Y vivo en un cuento soporífero
Abismo
De mi
Corro y la ruta está librada
Registro el polvo
Me dices sí
O que tal vez no.
Hay mujeres bailando sus tetas
Y tu hermana con una botella rajada
El líquido sugiere destino
La suerte quedó confinada
La popular
Como si la hubiera traído el viento, una voz con eco se acerca de pronto y susurra cómplice. “Te tocó la popular, perdoname”, sentencia mientras ruega absolución con tono religioso y lastimoso, de ese que tanto aborrezco. Entonces despierto de mi sueño anestésico como si esa frase poderosa me sacara la inocencia que enfrasqué hace muchos meses. Mi hija que acaba de nacer hace esfuerzos en vano para succionar mis pechos que se desparraman como los duraznos que llegaron al final de sus vidas y caen molestos en el patio. La camilla estaciona en la sala que nos corresponde.
Estamos todas, una al lado de la otra. Como autos en fila. Como un ejército formado antes de la guerra. Como los álamos que dibujan la perspectiva en la otra calle. Como un alumnado aguardando la bandera a la entrada del colegio. La misma escena se repite por diez. Como las tablas numéricas. Una mujer, un bebé o una beba en un mundo gastado y sin vanidades. Camas de hierro desvencijado. Luces con focos tenues, graficando sombras. Nadie tiene nombre ni apellido, ni currículum, ni profesión. La transpiración como río apurado pasea por cada cuerpo. Los llantos de los niños y las niñas interrumpen intrépidos cualquier siesta. La sangre se instala en el baño y en las sábanas, como un huésped preferencial. Los segundos se aproximan tímidos, como desnudos en plena plaza.
A mi lado hay una mujer gorda vestida de joggins, como si en vez de parir acabara de correr una carrera hacia no sé dónde. No duerme, dice orgullosa como levantando una insignia de honor. El niño recién sale de la incubadora, donde lo enjaularon por haberse asomado con seis meses de gestado. Tiene que engordar, que engordar, que engordar. Repite sin respiro mientras devora sin pausa y con apuro un alfajor triple de chocolate blanco. Es más liviano, avisa creer como si fuera una especialista en nutrición.
En la tercera cama hay tres mujeres. La abuela, la madre, la hija. La abuela que parece madre. La madre que parece hija. Tiene 14 años y ya es madre. Su madre tiene 35 y ahora es abuela y otra vez madre. La beba que no para de llorar y se escuchan canciones de cuna antiguas balbuceadas por la abuela, a lo lejos. Le enseñaron a “no hacer mucha bulla”, cuenta con cierto recelo. La hija-madre está en posición fetal, se retuerce.
El ruido de una cumbia participa e invade sin permiso, la sala. El niño de la mujer de en frente no despierta. Pero la mujer de enfrente, aburrida hasta las tetas, enciende su celular en tono música. Nadie se queja, nadie aprendió a hacerlo. Ya es tarde. Afuera hay aullidos como de furia. Se escucha un tiro. Nadie se espanta de lo cotidiano.
Hay una mujer sin niño ni niña. Tiene un legrado recién estrenado, pero está en la habitación de maternidad. Una película de terror, una broma, un martes 13, una burla escupida en la cara. Hay silencio.
La pieza se llena de repente de banderas de todos los colores. Parece un mundial de fútbol, avisa indiscreto el marido de una de las chicas que no entra en acción. No flamean. Pero están y todas las percibimos desde nuestros espacios que son tan comunes y tan propios. La Cordillera enorme no se lo impidió. Una mujer vino de Chile a ver nacer a su bebé y lo consiguió aunque con rodeos. Esperó en una camilla 23 horas hasta que el canal de parto se abrió como una jaula que se vuelve paloma. Aquí se nace sin necesidad de traer una cuenta bancaria en el bolso, exclama entre risas, mientras otra mujer de Bolivia, que se acercó por los mismos motivos, asiente con la cabeza y abriga para la nieve a su pequeña hija. Saquele eso, grita una enfermera que entra en escena intempestivamente y despierta sin pudor a quienes duermen. Aquí nadie es princesa, se va avisando obviedades.
La última mujer muere. No hay flores. Nadie escribe su memoria. No hay cenizas.
Link permanente: http://www.mdzol.com/mdz/nota/362032
Oda a la Berta
¡Bienvenidos y Bienvenidas! Con sigilo y aroma a pasta recién parida, Berta abre su puerta como una bailarina de cabaret francés que aflora todos los instintos reprimidos. La obra acaba de comenzar, preparen sus paladares que manjares del Olimpo los aguardan celosos hasta la madrugada, que charlas profundas sin censura previa invadirán al borde de la noche, que la música golpea al ambiente sin pedir permiso.
Es que Dijo La Berta. Parece colarse entre almanaques de otro tiempo. Parece que por las ventanas se zambullen melodías con carcajadas italianas. Parece que el susurro de una lasagna en el horno despertó a los vecinos chismosos. Parece que intrépidas, las mujeres desnudan sus secretos sin temores. Parece que un ruido a placares lejanos galopa las paredes. Parece que el teléfono naranja suena a distancia de tango.
Es que Dijo La Berta. Hay enojos que llegan hasta el techo magnánimo. Reconciliaciones que se nutren entre copas de vino y amantes confesos sin prédica. Hombres que lloran con prejuicios sueltos. Orgías que invaden las cabezas y las voces. Espaldas que no se dan, abrazos que se intensifican en espejos helados, veranos que se eternizan, muertes que se abandonan a si mismas.
Es que Dijo La Berta. Y las promesas falsas de amores eternos edulcorados se mezclan entre las papas rústicas y la pizza casera amasada in situ. Y los amigas y los amigos sedientos de palabras aguardan los postres de chocolate que derrochan encantos de otros cielos. Que un patio de cactus profuso asoma entre los últimos brindis y un sol que amenaza.
Es que Dijo La Berta. Los colores rocían los platos. La última estrofa de una canción resucita y los ecos de un tambor dicen que se acerca el adiós. Las camas llaman insistentes y un café es la última razón para quedarse entre discos y nostalgias. Es que Dijo La Berta. Y está la Pepa con su seño fruncido, lista para el abrazo de la despedida.
lunes, 18 de abril de 2011
buscate
búsqueda
hay cielo
ácidos misterios revolotean la noche azul crema
zapallos desparramados en la cocina
un par de tetas
como zapatos cómodos
hay cielo
ácidos misterios revolotean la noche azul crema
zapallos desparramados en la cocina
un par de tetas
como zapatos cómodos
jueves, 20 de enero de 2011
Corral
Un cubo adentro de un cubo
Hay una mujer en un corralito
no es mujer a secas
es mujer-niña
quiere escapar pero no hay puerta
hay un laberinto
y no es un juego
Hay una mujer en un corralito
no es mujer a secas
es mujer-niña
quiere escapar pero no hay puerta
hay un laberinto
y no es un juego
miércoles, 8 de septiembre de 2010
Caetano
sonríe
lo miro con ojos soleados
y sonríe
vino un día de marzo
como viento furioso
y me dejó desnuda eternamente
quiero silencio para abrazarlo
lo abrazo
y sus manos pequeñas aprietan mi territorio
que ahora es nuestro
lo miro con ojos soleados
y sonríe
vino un día de marzo
como viento furioso
y me dejó desnuda eternamente
quiero silencio para abrazarlo
lo abrazo
y sus manos pequeñas aprietan mi territorio
que ahora es nuestro
jueves, 4 de marzo de 2010
En la segunda casa de los naranjos
En la segunda casa de los naranjos
hay ruidos inoportunos, de esos que no
te venden los chinos,
murmullos que vienen de otros tiempos,
pasiones perdidas entre canelas y panes vencidos
Ella y él buscan tormentas desencontradas
Cuando toman distancia
Nadie los ve pasar
ya no habrá portazos
ni días por contar
Él y ella
dicen sus vecinos,
andan
distraídos
Apuestan
números y letras
Y aciertan
un empate
y entre tanta guerra declarada
el partido termina uno a uno,
dos a dos,
beso a beso,
palma a palma.
Hay llantos en floreros de flores violetas
y libros de hojas de lata
Si alguien se descuida, entre tanto polvillo,
También habrá
risas
que se oyen como escarmientos,
un vino
para llenar copas rotas
y que no suene el teléfono
En la segunda casa de los naranjos
La luna se mete entre sábanas lluviosas
fluidos, sudores, gritos, gemidos,
Un cóctel de emociones copiosas
Ella
llora sin motivos
mariposas marchitas de sed
quiere olvidar
Su equipaje
y
Sin querer, porta
Pasados sin primaveras
ecos guardados en carteras
crucifijos con Cristos fugados y
vírgenes que se desvirgan
Pero además
hay un redoblante cada vez que el hombre
aquel
que sorteó su destino
Baja al sol con un talismán entre sus dedos
Y después
En la segunda casa de los naranjos
habrá
signos repetidos
son de
la mujer
que sólo viste piel
Y su vientre como melón maduro
está a punto de desenvolver vida
hay ruidos inoportunos, de esos que no
te venden los chinos,
murmullos que vienen de otros tiempos,
pasiones perdidas entre canelas y panes vencidos
Ella y él buscan tormentas desencontradas
Cuando toman distancia
Nadie los ve pasar
ya no habrá portazos
ni días por contar
Él y ella
dicen sus vecinos,
andan
distraídos
Apuestan
números y letras
Y aciertan
un empate
y entre tanta guerra declarada
el partido termina uno a uno,
dos a dos,
beso a beso,
palma a palma.
Hay llantos en floreros de flores violetas
y libros de hojas de lata
Si alguien se descuida, entre tanto polvillo,
También habrá
risas
que se oyen como escarmientos,
un vino
para llenar copas rotas
y que no suene el teléfono
En la segunda casa de los naranjos
La luna se mete entre sábanas lluviosas
fluidos, sudores, gritos, gemidos,
Un cóctel de emociones copiosas
Ella
llora sin motivos
mariposas marchitas de sed
quiere olvidar
Su equipaje
y
Sin querer, porta
Pasados sin primaveras
ecos guardados en carteras
crucifijos con Cristos fugados y
vírgenes que se desvirgan
Pero además
hay un redoblante cada vez que el hombre
aquel
que sorteó su destino
Baja al sol con un talismán entre sus dedos
Y después
En la segunda casa de los naranjos
habrá
signos repetidos
son de
la mujer
que sólo viste piel
Y su vientre como melón maduro
está a punto de desenvolver vida
miércoles, 16 de septiembre de 2009
No estaban solos
Ella lo miró absorta: "Nadie sabe lo que te puede deparar el destino"
¿Nadie? pensó al instante, con signos de interrogación y frunciendo el ceño como si no entendiera a qué se refería. Ella lo sabía, estaba segura de que él sería su próxima parada, el sitio donde llegaría el subte que se tomaría la vez que decidiera hacerlo.
Él lo pensó dos veces. "Seguro", confirmó con un movimiento suave de la cabeza. Después miró hacia el oeste.
El viento había comenzado a hacerse presente de a cuenta gotas y la gente (los vecinos y las vecinas, esos hombres borrachos que nunca saben hacia dónde van y caminan como pueden y ellas, esas mujeres gordas y en camisón) habían aparecido uno a uno, hasta llenar el bar.
Ella y él ya no estaban solos. Esa soledad buscada, añorada, encontrada y amasada finalmente, que generalmente llega cuando la tarde se va, ya no era una compañía. Estaban rodeados.
Ella disimuló el malestar con un tango viejo. Él reconoció el tango, pero hizo como si no. Después, llegó la mujer de él, nerviosa, moviendo la cartera y meciendo un cochecito al ritmo de un pulso agitado. Después, el marido de ella, con los manos en los bolsillos, como el que llega de un día sin muchos sobresaltos.
Ella volteó la mirada hacia la luna nueva. Y él, hizo algo parecido.
¿Nadie? pensó al instante, con signos de interrogación y frunciendo el ceño como si no entendiera a qué se refería. Ella lo sabía, estaba segura de que él sería su próxima parada, el sitio donde llegaría el subte que se tomaría la vez que decidiera hacerlo.
Él lo pensó dos veces. "Seguro", confirmó con un movimiento suave de la cabeza. Después miró hacia el oeste.
El viento había comenzado a hacerse presente de a cuenta gotas y la gente (los vecinos y las vecinas, esos hombres borrachos que nunca saben hacia dónde van y caminan como pueden y ellas, esas mujeres gordas y en camisón) habían aparecido uno a uno, hasta llenar el bar.
Ella y él ya no estaban solos. Esa soledad buscada, añorada, encontrada y amasada finalmente, que generalmente llega cuando la tarde se va, ya no era una compañía. Estaban rodeados.
Ella disimuló el malestar con un tango viejo. Él reconoció el tango, pero hizo como si no. Después, llegó la mujer de él, nerviosa, moviendo la cartera y meciendo un cochecito al ritmo de un pulso agitado. Después, el marido de ella, con los manos en los bolsillos, como el que llega de un día sin muchos sobresaltos.
Ella volteó la mirada hacia la luna nueva. Y él, hizo algo parecido.
martes, 28 de julio de 2009
no hubo
Antes de que sea tarde
quiso salir de su inmóvil paso
corrió calles descorteses
inundó mares de tristeza
oyó ruidos lejanos
como ecos viejos
los nuestros y los tuyos
qué es cómo dice
que le va
basta, gritó asustada
impertérrita
tocó un timbre áspero
no hubo respuesta
¿tarde? miró sonmámbula, cerca del final,
su reloj pulsera- reloj- pared
no hubo respuesta
otra vez
sacó nerviosa, la tarjeta del seguro de salud
llamó una ambulancia muda
y nadie quiso saber de ella
no hubo pregunta
quiso salir de su inmóvil paso
corrió calles descorteses
inundó mares de tristeza
oyó ruidos lejanos
como ecos viejos
los nuestros y los tuyos
qué es cómo dice
que le va
basta, gritó asustada
impertérrita
tocó un timbre áspero
no hubo respuesta
¿tarde? miró sonmámbula, cerca del final,
su reloj pulsera- reloj- pared
no hubo respuesta
otra vez
sacó nerviosa, la tarjeta del seguro de salud
llamó una ambulancia muda
y nadie quiso saber de ella
no hubo pregunta
lunes, 20 de julio de 2009
late
Late
Late
Late
Adentro,
hay un embrión nadando
empuja
se transformará luego
en una historia para andar
ahora si
veo
la felicidad de aquel hombre que desafió el abismo
la mujer niña que rompió el silencio
los caminos errantes atrás
late
adentro
mío
Late
Late
Adentro,
hay un embrión nadando
empuja
se transformará luego
en una historia para andar
ahora si
veo
la felicidad de aquel hombre que desafió el abismo
la mujer niña que rompió el silencio
los caminos errantes atrás
late
adentro
mío
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