miércoles, 2 de mayo de 2012

Oda a la Berta

¡Bienvenidos y Bienvenidas! Con sigilo y aroma a pasta recién parida, Berta abre su puerta como una bailarina de cabaret francés que aflora todos los instintos reprimidos. La obra acaba de comenzar, preparen sus paladares que manjares del Olimpo los aguardan celosos hasta la madrugada, que charlas profundas sin censura previa invadirán al borde de la noche, que la música golpea al ambiente sin pedir permiso. Es que Dijo La Berta. Parece colarse entre almanaques de otro tiempo. Parece que por las ventanas se zambullen melodías con carcajadas italianas. Parece que el susurro de una lasagna en el horno despertó a los vecinos chismosos. Parece que intrépidas, las mujeres desnudan sus secretos sin temores. Parece que un ruido a placares lejanos galopa las paredes. Parece que el teléfono naranja suena a distancia de tango. Es que Dijo La Berta. Hay enojos que llegan hasta el techo magnánimo. Reconciliaciones que se nutren entre copas de vino y amantes confesos sin prédica. Hombres que lloran con prejuicios sueltos. Orgías que invaden las cabezas y las voces. Espaldas que no se dan, abrazos que se intensifican en espejos helados, veranos que se eternizan, muertes que se abandonan a si mismas. Es que Dijo La Berta. Y las promesas falsas de amores eternos edulcorados se mezclan entre las papas rústicas y la pizza casera amasada in situ. Y los amigas y los amigos sedientos de palabras aguardan los postres de chocolate que derrochan encantos de otros cielos. Que un patio de cactus profuso asoma entre los últimos brindis y un sol que amenaza. Es que Dijo La Berta. Los colores rocían los platos. La última estrofa de una canción resucita y los ecos de un tambor dicen que se acerca el adiós. Las camas llaman insistentes y un café es la última razón para quedarse entre discos y nostalgias. Es que Dijo La Berta. Y está la Pepa con su seño fruncido, lista para el abrazo de la despedida.

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