sábado, 6 de septiembre de 2014

Tacto

Podríamos discutir sobre el reloj que siempre está apresurado o que tantas otras veces se detiene sin permiso, en la memoria, al ritmo de palmas que resuenan como aquellas que oimos, sin querer, entre la noche alunada y tímida. Cuando éramos noche o día o algunos atardeceres. Podrías contarme que te gusta el café con leche tibio - y que es lo único que te gusta tibio-, que ya no vas de bares, que no perdiste el miedo a los aviones y que detestás la gente que no se pone colorada cuando grita o cuando va a votar. Es que también debatiríamos sobre política, a los gritos y sin remordimientos, nuestros dedos, como exploradores, quedarían grises de tanto dar vuelta de página a los diarios que ya nadie lee, porque la virtualidad desplazó al tacto. Podríamos tocarnos, a veces, de vez en cuando, cuando ya no haya nada que decir ni qué escucha

No hay comentarios:

Publicar un comentario