jueves, 18 de diciembre de 2008

De sueltas y sueltas

Suelta. Tengo cinco años, 2 meses y 20 días. El sol me hace rascar los brazos si me quedo más de la cuenta mirando hacia arriba. No estoy acostumbrada, repite mi abuela, dice que soy muy blanca. El blanco es un color incoloro. No me gusta. El rojo, sí.
Se alargan los días y nos empujan al patio en el jardín de infantes. La señorita Leonor me pidió que llevara una soga. Dice que nos van a enseñar a saltar. Pienso en la extensión de las acequias y estoy asombrada. Pero parece que se trata de otra cosa. Mañana es el día en que descubriré de qué se trata saltar con una soga. Pienso en saltos. Puentes, charcos, pared, mesa, elástico, punta de pie, escalones. Mi madre compra la soga y la adentro en mi bolso gris. Ahora tengo la soga en mi mente. Duermo y estoy intranquila. Sueño con un ahorcado.


Suelta. Ahora estoy más grande. Tengo 12 años, un mes para los 13. También van mis padres y mis hermanos. Estamos en un auto que se detiene. Suspenso. Las puertas se abren agitadas. Corro. No me freno. Luzco una solera marrón con lunares blancos. Se zarandea con el movimiento de mis piernas. Busco, encuentro, abro los abrazos. Se hace silencio. Hay un ruido roto. Me sueltan.


Suelta. Casi 17. Repito que suelto y me sueltas. Camino descalza. Tocar, palpar, sentir, sufrir. Hay vírgenes que se levantan a bailar. Es Carnaval y estamos casi sueltos. Pájaros, volantines, pelotas, pirotecnia.

2 comentarios:

  1. hola.. esto está muy bueno... hay un juego de intrigas que me deja con ganas de más. saludos

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